
Este 5º domingo de Cuaresma nos va preparando para el gran acontecimiento de nuestra fe. Queremos prepararnos bien para acompañar a Jesús en los momentos de dolor y sufrimiento. Un aprendizaje que hacemos con él, contemplándole en su máxima fragilidad. Con un corazón agradecido, sereno y empático queremos ver a Jesús y estar con Él.
La luz en tus manos (Jn 12, 2º-33)
En medio de tantas oscuridades, de noches largas y cerradas, de tantas dificultades, Jesús aparece como la Luz. No una lucecilla más, sino la luz de la que salen las demás luminarias. Nosotros tenemos la oportunidad de dejar que ilumine entre nuestras pobrezas y dificultades. Es verdad que hay muchos otros reflejos y luces fatuas, como fuegos artificiales que pueden atraernos, pero son luces efímeras, espejismos o puntos de decoración que no sirven para ir a ningún sitio. Sólo nos adormeces y nos mantienen quietos. Lo que necesitamos es la luz de verdad que lleva verdaderamente al Padre. Es la Luz de tantos que vienen de Cristo. En la medida que la Iglesia vive unida a Cristo es capaz de reflejar esa luz a quien la necesita, como la luna refleja la luz del sol. Muchos la esperan hoy, aunque sea tenue, de tus manos y tus ojos, que son la Iglesia. José Cobo, arzobispo de Madrid