Un nuevo testimonio que nos llega desde Quezon City, donde se está celebrando el III Encuentro Internacional de Laicos. En esta ocasión es Sergio Rosa, profesor del colegio de Sevilla y miembro del Equipo de Pastoral Juvenil Vocacional de la Provincia el que, en fecha de 31 de enero, nos envía estas palabras
Son ya varios los días que llevamos disfrutando del III Encuentro Internacional de Laicos en la ciudad de Manila, en Filipinas. Y poco a poco se va acercando el final. Estos días están siendo una proyección de la riqueza que tiene nuestra Iglesia, de su diversidad cultural y sus diferentes modos y sensibilidades para relacionarnos con nuestra fe. Alrededor de 200 personas, entre los delegados y la comisión organizadora, laicos , laicas e Hijas de Jesús estamos formando parte de esta experiencia que, aún faltando dos días para su conclusión, me atrevo a decir que está bien inspirada y alentada por el Espíritu.
No estuve en los Encuentros anteriores celebrados en Salamanca (España 2006) y Belo Horizonte (Brasil 2011) pero por aquello que oigo a otros delegados, vamos dando pasos, avanzando en la organización, en los espacios de reflexión y con una mayor claridad en el horizonte de estos Encuentros, que preceden, no por casualidad a las Congregaciones Generales de las Hijas de Jesús. Un signo más de esa dinámica de mutua colaboración, manifestada en una expresión cuyo contenido, poco a poco, vamos dando forma y sentido: la misión compartida. Una expresión que hoy empieza a normalizarse en nuestros contextos eclesiales y que condensa una profunda significación teológica que estos días hemos, como Familia Madre Cándida, intentado aterrizar y que yo, con mi historia concreta, empiezo a entender, a vivir y a disfrutar.
Estos días me están ayudando a acercarme a otras realidades donde la Congregación tiene presencia; de la mano de laicos y religiosas de contextos tan diversos como Cuba , Japón, Brasil, Taiwán, República Dominicana o Bolivia, voy tejiendo un mapa de presencias cargado de vida y realmente importante para tener una visión más universal que muchas veces nos des-centra de nuestra realidad concreta (importante para nuestra configuración) frente a la que a veces hay que dar un paso atrás para mejor contemplar y mejor encauzar; descentrarnos para así centrarnos en lo importante, en lo que da realmente sentido a lo que hacemos.
Días para escuchar preciosos testimonios de laicos y religiosas de diferentes lugares del mundo que, desde sus modos de encarnar su vocación, interpelan la mía; días para conocer el mundo de la mano de sus protagonistas, sin periodistas ni películas o documentales; días para quedar impresionado por los contrastes de una Manila donde rascacielos y niños descalzos de mezclan en un paisaje de profunda fe y reminiscencias del pasado español; días para profundizar en una mujer de discernimiento, valiente y de mirada honda cómo fue la Madre Cándida.
Pero días sobre todo para ir haciendo camino, Hijas de Jesús y Laicos, Laicos e Hijas de Jesús, soñando juntos un horizonte para colaborar, compartir y construir la única misión que existe y es aquella que habla del Reino, aquella que habla de Vida en abundancia, aquella que habla de Dios.
Aún resta un día para despedirnos de la Casa de Retiro Manresa, y que estos muros dejen de ser una pequeña comunidad global, pero empiezo a sentir ya un profundo agradecimiento, con la convicción de que han sido días con el Espíritu, y lo que de aquí salga, por Él irá bien acompañado pues, en expresión propia de la casa, estoy convencido, que Dios lo quiere.
Sergio Rosa
Sevilla